Ciclo ovárico
Ilustración 1. Ciclo folicular del ovario del primate. |
La producción
y secreción de gonadotropinas en el primate están controladas por los eventos
cíclicos foliculares ováricos, y la duración de los ciclos parece ser
dependiente del programa genético que se desarrolla hasta el final una vez
iniciada la maduración folicular. Los niveles de FSH son altos al comienzo del
ciclo pero disminuyen durante la mayor parte de las fases foliculares inicial y
media. La selección folicular y la maduración inicial pueden ser dependientes
de los elevados niveles plasmáticos de FSH en el momento del comienzo del
ciclo. El incremento de la secreción de estrógenos (e inhibina) por parte de
los folículos en maduración ejerce una retroacción inhibidora de la secreción
de FSH por la hipófisis; además, la LH también se mantiene en niveles bajos
durante la mayor parte de esta fase del ciclo por la misma retroacción
negativa. A medida que avanza la maduración folicular el nivel de estrógenos
alcanza un pico, a mitad del ciclo, y estos niveles altos de estrógenos actúan
como estímulo para el pico de FSH/LH (inducido por un incremento del número de
receptores para la GnRH en las gonadotropas hipofisarias). Los niveles
plasmáticos de LH se elevan, y actúan sobre el folículo de Graaf ya maduro para
que se produzca la liberación del óvulo. A la vez, las células de granulosa han
adquirido capacidad de respuesta para la LH e inician el proceso de síntesis y
liberación de progesterona. En este punto, el folículo postovulatorio se ha
convertido en una glándula endocrina en el sentido más clásico del término.
Durante la fase folicular los niveles plasmáticos de progesterona son bajos,
pero pasan a ser elevados desde el comienzo de la fase luteínica.
Ilustración 2. Concentraciones séricas de FSHm, LHm, estradioly progesterona en 20 monos rhesus durante sus ciclos ováricos y menstruales. (Di Zerega y Hodgen [2]). |
Los niveles plasmáticos de progesterona inician su elevación inmediatamente
antes del pico de gonadotropinas, aparentemente porque el aumento en la
secreción de LH se inicia algo antes. La acción de la progesterona sobre el
hipotálamo provoca una disminución prostovulatoria de la secreción de ambas
gonadotropinas, y con los niveles circulantes bajos de estas hormonas que se
mantienen durante la fase luteínica desaparecen los estímulos para la
foliculogénesis, y los niveles de estrógenos permanecen muy bajos. A medida que
progresa la maduración del cuerpo lúteo, durante la primera semana tras la
ovulación, se alcanza un máximo de progesterona, aproximadamente a mitad de
esta fase, para descender a continuación, salvo en el caso de que haya producido
la fecundación, el descenso de los niveles de progesterona continúa, el cuerpo
lúteo deja de funcionar, y como consecuencia los niveles de progesterona
descienden aún más, con lo que se reinicia la secreción de gonadotropinas, lo
que a su vez, inicia un nuevo ciclo de foliculogénesis y producción de hormonas
esteroideas. La pauta cíclica de secreción de gonadotropinas y hormonas
esteroides gonadales en el mono Rhesus se ilustra en la Ilustración 2.
El ciclo uterino
Ilustración 3. Ciclo de crecimiento y desarrollo endometrial uterino en ciclos fértiles y no fértiles en la mujer. |
El ciclo
menstrual de la mujer dura aproximadamente 28 días, y se numera a partir del
primer día de la menstruación, que es el proceso por el cual el recubrimiento
uterino se elimina una vez en cada ciclo, y que dura en la mayoría de las
mujeres entre 4 y 5 días. Bajo la influencia de los niveles cada vez mas altos
de estrógenos, el endometrio uterino incrementa su grosor hasta que se alcanza
un máximo de 3 a 5 cm justo antes de la ovulación (Ilustración 3). Las células
del tejido conjuntivo estromal proliferan, y se incrementan los depósitos de
colágeno extracelular. En respuesta a los niveles altos de progesterona de la
fase luteínica las glándulas uterinas incrementan su complejidad, y pasan de
simples túbulos alargados durante la fase folicular del ciclo a estructuras
complejas arrolladas en espiral y con un lumen glandular lleno de secreciones.
Las arterias espirales en el endometrio aumentan su grosor y se llenan de
sangre, también como respuesta a los niveles altos de progesterona. Si no se
produce la implantación del zigoto, los linfocitos comienzan a invadir el
endometrio unos 11 días después de la ovulación, y hasta el día 14 (primer día
del ciclo) se produce la descamación del endometrio al faltar el soporte
endocrino para su mantenimiento. Al no existir estímulos hormonales las arterias
espirales se contraen, y la sangre que contenían, así como los residuos de
estroma, forman el flujo menstrual.
También se
producen cambios en la naturaleza del moco cervical, ya que durante la fase
folicular es acuoso y fino, y como respuesta a los niveles de progesterona, que
comienzan a elevarse en la fase periovulatoria, se vuelve espeso, apareciendo
innumerables canales dinos que proporcionan un acceso para los espermatozoides
a través de la abertura cervical
El ciclo de gestación
Fecundación e
implantación
Muchos
espermatozoides pueden penetrar la corona radiada que rodea al óvulo y, aunque
algunos consiguen atravesar la zona pelúcida, sólo uno suele entrar en el
óvulo. Como respuesta a la llegada del espermatozoide, el óvulo completa la segunda
división meiótica y expulsa el segundo corpúsculo polar. El pronúcleo femenino
resultante entra en contacto con el pronúcleo masculino, fundiéndose ambos y
formando el zigoto.
Unos tres
días después de la fecundación una masa compacta de células, la mórula, llega
al útero. Las divisiones celulares continúan y se produce una esfera hueca, el
blastocisto temprano, que está formado por una capa sencilla externa de
células, el trofoblasto, y una masa compacta interna el embrioblasto, que se halla unido a la pared
trofoblástica por el polo embrionario
del blastocisto. La masa interna de células, mediante contacto y
diferenciación, formará el embrión, mientras que el trofoblasto establecerá
contacto con la circulación materna. El polo embrionario del blastocisto se
implanta en el epitelio endometrial alrededor del sexto día. En respuesta al
blastocisto, el epitelio subyacente y el endometrio se agranda, para acomodar
al embrión en desarrollo. Las ç del trofoblasto en contacto con el epitelio
uterino proliferan para dar el sincitiotrofobasto. Éste, forma un sistema de
conexiones con los capilares endometriales para formar la circulación
uteroplacentaria primitiva.
Los
esteroides gonadales pueden ser necesarios para la implantación. Existen
pruebas de que el blastocisto sintetiza estrógenos.
El cuerpo
lúteo
El cuerpo
lúteo, en los primates, inicia normalmente un proceso de regresión unos 12 días
después de la ovulación durante un ciclo infértil. Pero si el óvulo ha sido
fecundado y se produce la implantación, unos 10 días después de la ovulación
aparece la GGh (segregada por el sincitiotrofoblasto), una glucoproteína que se
detecta sólo durante el embarazo.
La GGh estimula
la biosíntesis de progesterona por las células de cuerpo lúteo. En principio esta
misión corresponde a la LH, pero sus niveles caen tras el pico de LH/FSH propio
de la ovulación (aunque estas dos hormonas comparten receptor (receptor LH/GGh)
y tienen la misma acción). La aparición de la GGh prosigue la estimulación del
cuerpo lúteo, lo mantiene activo, y lo convierte en cuerpo lúteo de la preñez.
Los niveles plasmáticos de GGh alcanzan su máximo entre la novena y
decimocuarta semana del embarazo para iniciar a continuación un declive
progresivo, alcanzando el mínimo aproximadamente en la vigésima semana de
gestación.
La respuesta
inmediata de las células diana a la unión de LH o GGh es un incremento de la
actividad adenilato ciclasa mediada por proteínas G intracelulares asociadas a
la membrana. La proteína receptora presenta características estructurales tanto
de un proteoglucano rico en leucina (dominio extracelular) como de un receptor
acoplado a proteína G .
La unidad
feto-placentaria
Con la
regresión del cuerpo lúteo en los primates, la producción de progesterona y de
E2 queda asumida por la placenta. Sin embargo, esta última es incapaz de
producir las hormonas si los precursores necesarios no le son aportado tanto
por la madre como por el feto.
Progesterona.
La placenta, que es incapaz de biosintetizar progesterona de novo, depende del aporte del colesterol
desde la circulación materna. La progesterona producida por la placenta se
libera a la circulación materna para desempeñar una serie de funciones
relacionadas con el embarazo: mantenimiento de la estructura y función uterina,
crecimiento y desarrollo mamario e inhibición de la secreción de gonadotropinas
hipofisarias. Además, la progesterona placentaria puede emplearse para producir
corticoides por las adrenales del feto, que no poseen 3
beta-hidroxiesteroide-deshidrogenas activa.
Estrógenos.
La pregnenolona de origen placentario también es utilizada por las adrenales
del feto para la producción de precursores de estrógenos en la placenta. Ella
misma tiene una capacidad muy limitada para la síntesis de estrógenos debido a una
actividad de 17 alfa-hidroxilasa mínima. Sin embargo, en la corteza adrenal,
este enzima es el responsable de la producción de sulfato de
deshidroepiandrosterona (DHEA-SO4), que sirve como sustrato precursor para la
síntesis de estrona (E1) y E2 en la placenta. La mayor parte de este sustrato,
sin embargo, es convertido por una 16 alfa-hidroxilasa adrenal fetal en una
gran cantidad de estriol (E3). Existe un flujo circular de metabolitos de
esteroides que va del compartimento materno a la placenta, de ésta a las
adrenales del feto y, otra vez de vuelta, a través del compartimento
placentario a la sangre materna, pero la evolución de este sistema complejo y
las señales que se pasan de uno a otro compartimento, y que resultan
imprescindibles en el mantenimiento del embarazo y para que se llegue al parto,
todavía no se han aclarado completamente.
Parto
Es necesario
un cuerpo lúteo funcional para que se mantenga el embarazo en muchas especies
de mamíferos (p. Ej., cabra y cerda), y su regresión, en dichas especies,
inicia el proceso del parto. En otras especies que son dependientes de la
placenta (p. Ej., la oveja y los primates) el cuerpo lúteo desaparece antes del
término del embarazo, y la clave para el inicio del parto parece ser una
disminución de los niveles de esteroides placentarios. Los factores que regulan
la producción de hormonas placentarias varían, muy probablemente, de unas
especies a otras. Las prostaglandinas de origen uterino participan en el inicio
del parto a través de su acción en determinados lugares clave. Una o más de las
hormonas hipofisarias, tanto de origen materno como fetal, pueden ser también
importantes en el inicio de los procesos que conducen al parto. Los papeles
particulares que desempeñan en el parto, tanto los factores nerviosos como los
endocrinos, también son muy variables entre las especies, por lo que no existe
un modelo generalizado.
Ilustración 4. Niveles hormonales durante la gestación y el parto. |
El estímulo inicia del parto, en humanos, sería un descenso en los
niveles de progesterona (que producía la relajación del útero, para que empiecen las
contracciones). Se sugiere que
en humanos el > de estrógenos determina un incremento de receptores para la
OT. Por otra parte, los movimientos fetales, + secreción de oxitocina
(OT), que tiene una acción directa sobre la contracción del útero.
Lactancia
La proliferación de un sistema lobular-alveolar se
inicia en el embarazo. Además de ser necesarios los estrógenos, y probablemente
los glucocorticoides y la STH, para el
crecimiento continuado de los conductos, también se requiere la acción de la
progesterona y de la prolactina para obtener el desarrollo completo de dicho
sistema. En la mujer embarazada parece que también se requiere el lactógeno
placentario para que los pechos alcancen su desarrollo completo. La producción
de leche en las glándulas mamarias maduras se inicia algo antes del parto. Para
que el crecimiento de las mamas y la lactogénesis se produzcan correctamente se
ha demostrado, en algunas especies, la necesidad de las siguientes hormonas:
estrógenos, progesterona, glucocorticoides, insulina, STH, lactógeno
placentario, relaxina y PRL.
Aunque los constituyentes de la leche comienzan a
aparecer antes del parto en el nacimiento. La leche se sintetiza en las células
que recubren los alvéolos de las glándulas mamarias. Se trata de un nutriente
que está formado principalmente por lactosa, grasa, proteínas lácteas (caseína
y proteínas del suero), así como cationes monovalentes y divalentes, y, lo más
importante, anticuerpos de defensa. Todos estos productos se liberan por
exocitosis macrovesicular al limen alveolar, donde se almacenan hasta que se
produce la eyección por la acción de la OT en las células mioepiteliales que
recubren la superficie contraluminal de los alveolos. En la leche se encuentran
muchas hormonas de función desconocida.
La secreción de la leche está regulada por la PRL
mediante acción sobre los receptores de la membrana de las células secretoras
alveolares de las glándulas. El estradiol incrementa el número de receptores
para PRL en las glándulas mamarias, mientras que la progesterona suprime este
aumento, y se ha visto que la propia PRL actúa mediante regulación creciente de
sus receptores. El estímulo de succión es necesario para mantener la secreción
de PRL, y la lactogénesis tras el parto en algunos animales, como los humanos,
pero no es necesario en otros, como la vaca.
Menopausia
Ilustración 6. Mujer en la etapa de menopausia. |
El inicio de la menopausia se produce por la pérdida
de la actividad cíclica del ovario, que se cree está causada por la incapacidad
de éste para responder a la acción de las gonadotropinas. Esto se debe, en
parte, al descenso del número de folículos disponibles para el desarrollo. La
fertilidad comienza a declinar durante los 10 años anteriores a la menopausia,
y hacia los 50 años de edad la mayoría de los folículos primarios se han
perdido. Parece que no existe ninguna relación entre la edad de aparición de la
menopausia y la edad en que se inicia la menarquia, como tampoco parece existir
relación entre el número de hijos, o la edad a la que nace el primero, y la aparición
de los fenómenos menopáusicos. El estado nutricional del individuo si que
parece tener influencia, ya que la edad media de aparición de la menopausia
varía entre los distintos países: 49,8 años en mujeres blancas norteamericanas,
51,4 en Holanda, mientras que baja a 44 o menos en el Punjab, Nueva Guinea y
África Central, aunque puede considerarse que existe una tendencia general
hacia su retraso.
A medida que las mujeres se acercan a la menopausia puede aparecer un incremento llamativo en los niveles séricos de FSH en relación con los de LH. Eventualmente, tras la caída de los niveles de estradiol, tanto los niveles de FSH como los de LH suben y se mantienen altos, aparentemente porque desaparece la retroacción negativa producida por los esteroides, característica de un ovario funcional. La subida premenopáusica en la secreción de FSH puede estar relacionada con la pérdida progresiva de inhibina, que parece ejercer una retroacción negativa sobre la secreción de FSH. Además la reducción progresiva de folículos ováricos y de su maduración debería reducir, la producción de inhibina.
A medida que las mujeres se acercan a la menopausia puede aparecer un incremento llamativo en los niveles séricos de FSH en relación con los de LH. Eventualmente, tras la caída de los niveles de estradiol, tanto los niveles de FSH como los de LH suben y se mantienen altos, aparentemente porque desaparece la retroacción negativa producida por los esteroides, característica de un ovario funcional. La subida premenopáusica en la secreción de FSH puede estar relacionada con la pérdida progresiva de inhibina, que parece ejercer una retroacción negativa sobre la secreción de FSH. Además la reducción progresiva de folículos ováricos y de su maduración debería reducir, la producción de inhibina.
Bibliografía recomendada
[1] Bartolomé, J; Taurus, B. Endocrinología y
fisiología de la gestación y el parto en el bovino. 2009.
[2] Mac E. Hadley. Endocrinología. Cuarta edición.
Editorial Prentice Hall. Temas 16, 18 y 19.
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